Leyenda: persona o cosa muy admiradas y que se recuerdan a pesar del paso del tiempo. Esa es la definición de la Real Academia Española de la Lengua. El Sevilla FC se impuso en el derbi sevillano gracias al solitario gol de Dodi Lukebakio, pero por encima de individualidades destacó el nombre de Jesús Navas González. El palaciego vivió su 28º derbi sevillano, lo que le convierte en el jugador con más derbis de la historia por encima de Joaquín Sánchez.
Los números en los derbis, además, son dignos de admirar. Jesús Navas ha conseguido 12 victorias (segundo jugador con más triunfos por detrás de Curro Sanjosé), 10 empates y tan solo 6 derrotas. Además, el palaciego es el jugador con más asistencias (5) en la historia de los derbis. El de ayer era especial, porque Navas ya sabe que el fin se acerca. No por ganas, que de ser así seguiría hasta los 50 años, sino por una cadera que ya ha dicho basta y que cada día es más problemática.

El derbi de Navas. Porque sus compañeros lo sabían y porque todos y cada uno de ellos, que tienen a Jesús Navas en el pedestal que su fútbol y sus títulos le han otorgado, quisieron hacerle el último regalo. Una leyenda como Jesús no puede irse con una derrota en el derbi. Era la frase más repetida de puertas hacia dentro en la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios. Los canteranos le adoran. Los nuevos fichajes, también. Porque Navas es un líder de pocas palabras, pero de muchos hechos. Imagínate no esforzarte tú cuando el que lo ha ganado todo corre hasta cuando no puede caminar.
Jesús Navas también se llevó el cariño de su gente. Porque siempre se ha dicho que el Sevilla FC era «escudo, bandera y afición», pero si le pones al palaciego en la frase no desentona. Porque Jesús ha estado en casi todos los momentos importantes de la época dorada. La asistencia a Puerta ante el Schalke, sus carreras en Eindhoven o Glasgow, el cabezazo en Mónaco o las asistencias a De Jong y En-Nesyri en las últimas dos Europa League. Pero Navas también ha querido estar en las malas. Por su Sevilla. Arriesgando una cadera que ya dice basta. Jesús Navas, XXVIII de Nervión.