- La vida del jugador ha estado marcada por la pérdida de seres queridos, pero asegura que en Irán encontró a Jesucristo
Pocos aficionados del cuadro nervionense guardarán un recuerdo nítido de Gaël Kakuta. El jugador llegó en el verano de 2015 procedente del Chelsea, pero las lesiones le impidieron consolidarse en el Sevilla Fútbol Club y en febrero de esa misma temporada, el futbolista puso rumbo al fútbol chino, tras haber participado solo en cinco partidos
Actualmente, el extremo francés milita en el Sakaryaspor, club de la liga turca, y dicho equipo es el decimoctavo conjunto por el que pasa. La trayectoria del protagonista de esta historia a transcurrido por países como Francia, Inglaterra, España, Italia y Países Bajos. En España, además del Sevilla, defendió las camisetas del Deportivo de La Coruña y del Rayo Vallecano. No obstante, su destino más inesperado llegó en agosto de 2024, cuando aceptó una oferta del Esteghlal FC, en Irán.
En una entrevista reciente con CBN News, Kakuta explicó los motivos que lo llevaron a tomar esa sorprendente decisión, motivada, según él, por una profunda transformación personal. Detrás del profesional se esconde una historia de dolor, ya que Kakuta perdió a su padre cuando tenía siete años y, con el paso del tiempo, también a su madre y a su hermana.
A estas tragedias se sumó un divorcio que lo hundió emocionalmente. La muerte de su madre, ocurrida mientras jugaba en el Amiens, supuso un punto de inflexión. «Me pasaba los días jugando a videojuegos, viendo la televisión y tomando medicación para la depresión», confesó el atacante. Hasta que un día, decidió cambiar de rumbo y comenzó a leer la Biblia para entregarle su vida a Jesús.
Poco después de aquella decisión, recibió una llamada del fútbol iraní. «No lo entendía, porque había tenido buenas actuaciones durante la temporada», recuerda. Sin embargo, interpretó aquel giro como una señal divina. El jugador, además, reconoce que tuvo sueños en los que se veía encadenado, pero admite que dentro de él había una luz que ahuyentaba a los espíritus. Según el futbolista, esa fuerza venía de los Salmos 23, 31, 35 y 91 y él les decía que no podían tocarle.
Un nuevo sentido a su vida
Desde entonces, Kakuta asegura haber encontrado una paz interior que nunca halló en el fútbol profesional. «En este mundo todos los días te pones una máscara distinta para conseguir lo que quieres», reflexiona. «Yo he aprendido a vivir sin máscaras. Ya no busco premios ni reconocimiento. No necesito ganar el Balón de Oro, porque tengo la recompensa en mi corazón». Lejos de los focos de las grandes ligas europeas, Gaël Kakuta vive hoy una etapa distinta, en la que el balón sigue girando, pero con otro significado.
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