La apuesta de Víctor Orta para el filial debutó en el partido en San Mamés dejando muy buenas sensaciones
La irrupción de Isaac Romero el pasado curso fue una bocanada de aire fresco para el Sevilla Fútbol Club. Los hispalenses se aferraron al de Utrera como un clavo ardiendo en busca de los tan ansiados goles que le permitieran alejarse de la zona baja de la tabla. Un año más, la dinámica pesimista sigue instaurada en Nervión, pero en el duelo del pasado domingo apareció un resquicio de luz en la parcela ofensiva.
Mateo Mejía aterrizó en el Sevilla Atlético la pasada campaña con proyección de primer equipo. El colombiano ha brillado con luz propia en el filial hispalense, y muchos hablaban de que ya había llegado el momento de dar el salto a la Primera División. En esta campaña, el ariete ha sumado tres goles y una asistencia como jugador del SAT, y está a un solo tanto de igualar sus números del pasado curso.
La baja de Isaac Romero está siendo un trago difícil de digerir para el cuerpo técnico y, especialmente, la afición del Sevilla. Pese a no haber visto puerta aún con el conjunto de Nervión en lo que va de curso, las diferencias entre el de Lebrija y Kelechi Iheanacho son más que obvias. Las carencias del nigeriano, que han sido más evidentes con la suma de los minutos, hacen que la parroquia blanquirroja de pregunte por qué no puede ser Mateo Mejía el segundo delantero de un equipo que necesita sacar una referencia ofensiva de donde sea.